
Se encontraba Cholo platicando con unos amigos cuando uno de ellos, refiriéndose al progreso individual en el espíritu le preguntó:
- ¡Cholo! ¿Es posible que haya personas más preparadas para evolucionar que otras?
- No debería importante la respuesta... - respondió - Salvo que vayas a hacer una carrera con alguno... lo cual, me parecería ridículo.
- ¿Por qué lo dices?
- Imagínate a dos personas corriendo para ver quien llega antes y cada una corre en diferente circuito. ¿cómo sabes quien es el ganador? Ten en cuenta que cada uno desconoce el tipo de circuito y la longitud del otro...
- Visto así... pero uno puede ser más fuerte que otro...
- Veo que no lo has entendido. En cada carrera no hay jueces que dictaminen quien es más válido. Lo importante es que cada uno corra por el suyo. ¡Contamos contigo! - dijo Cholo riéndose abiertamente - ¡Lo importante no es ganar sino participar! - y siguió riéndose pero ahora con más energía.
- Vaaale... Cambiaré la pregunta ¿Hay algo en lo que haya que esforzarse especialmente para hacer una "buena carrera"?
- Eso es otra cosa. ¿Ves? Una buena pregunta vale tanto o más que su respuesta... Te contaré una historia:
"Hubo una vez un lugar donde se instruía a personas que querían llegar a ser "seres de calidad". La demanda por llegar a ser aprendices en ese lugar era tremenda. Muchos querían hacerlo y los instructores dudaban de que todos lo anhelaran con plena convicción. Así que un día hicieron lo siguiente: A cada uno de los que lo desearan se les entregó una flauta shakuhachi, la cual deberían aprender a tocar en el plazo de una semana en el recinto de adiestramiento.
Durante ese tiempo, hubo algunos que "tiraron la toalla" al no conseguir arrancar al instrumento los sonidos deseados. Hubo otros que también abandonaron al considerar la prueba una tontería. Finalmente quedaron unos cuantos, algunos de los cuales fueron capaces de tocar la flauta con gran habilidad. Estos se sentían muy satisfechos y creían superada la prueba. Solo unos pocos que no tenían esa habilidad siguieron intentándo seguir adelante. Éstos se consideraban bastante torpes comparados con los otros, pero no cedían en su intento. Quizás era una cuestión de Fe... o lo que fuera, pero allí seguían.
Un día antes de terminar la semana, el gran instructor de aquel Centro Espiritual se dió un garbeo por la zona de los "flautistas".
Según fue caminando entre ellos, se quedó fijándose en todos y en cada uno de los participantes durante unos instantes. Al final de su ronda decretó el final de la prueba haciendo partícipe el resultado de la selección. Sorprendentemente, lo hizo antes de que la prueba finalizase y la mayor parte de los allí reunidos fueron elegidos. Es mas... a un pequeñísimo grupo de ellos los tomó bajo su tutela. En ese minigrupo, la mayor parte de ellos eran los flautístas mas toscos e incapaces que un músico se podía "echar a la cara".
A todo esto, uno de los pocos que no había conseguido entrar en la escuela se quejó. Era un flautista de enorme habilidad que posiblemente era el mejor de todos. Preguntó:
-¿Por qué yo no he podido entrar y sin embargo otros, sumamente incapaces, lo han logrado?
- Porque esto no es una prueba de habilidad, sino de voluntad y atención. No somos una escuela de música y los que he decidido adoptar bajo mi tutela, ponían toda su Fe y atención en lo que estaban haciendo... aunque sus labios y manos fueran torpes.
- Me habeis engañado... dijísteis que aprendiéramos a tocar la flauta en el plazo de una semana.
- Te has engañado tú mismo. Buscabas un resultado conforme a tus progresos - respondió el instructor - Nosotros no hemos pedido que aprendais a hacerlo bien. De hecho solo hemos solicitado que aprendais, sean cuales fueren los resultados. Nuestra prueba era cómo afrontábais la prueba. ¿Crees que la habilidad es suficiente en el camino del Espíritu?
Pues los que tu llamas "torpes", han demostrado una voluntad y atención a lo que hacían, muy superior a la que tú has mostrado... y eso será lo que les abrirá "puertas" si su conducta se mantiene. Mientras, tú y otros se han confiado con las facultades que les ha dotado la naturaleza, regodeándose en ellas sin esforzarse más.
Dicho esto, el instructor se marchó dejando al "habilidoso" perplejo, ofuscado y afirmando a regañadientes algo así como... "Total... es mucho mejor que no haya entrado ahí... es una panda de locos..."
- ¿Has comprendido, mi querido amigo? - preguntó Cholo.
- Creo que sí pero debo meditar en ello.
- Perfecto, pero mientras tanto, procura "no enterrar monedas en el campo de tu padre ausente... pues éste, mas tarde o más temprano, vendrá a "echar un vistazo" a tu negocio..." ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
- ¡Cholo! ¿Es posible que haya personas más preparadas para evolucionar que otras?
- No debería importante la respuesta... - respondió - Salvo que vayas a hacer una carrera con alguno... lo cual, me parecería ridículo.
- ¿Por qué lo dices?
- Imagínate a dos personas corriendo para ver quien llega antes y cada una corre en diferente circuito. ¿cómo sabes quien es el ganador? Ten en cuenta que cada uno desconoce el tipo de circuito y la longitud del otro...
- Visto así... pero uno puede ser más fuerte que otro...
- Veo que no lo has entendido. En cada carrera no hay jueces que dictaminen quien es más válido. Lo importante es que cada uno corra por el suyo. ¡Contamos contigo! - dijo Cholo riéndose abiertamente - ¡Lo importante no es ganar sino participar! - y siguió riéndose pero ahora con más energía.
- Vaaale... Cambiaré la pregunta ¿Hay algo en lo que haya que esforzarse especialmente para hacer una "buena carrera"?
- Eso es otra cosa. ¿Ves? Una buena pregunta vale tanto o más que su respuesta... Te contaré una historia:
"Hubo una vez un lugar donde se instruía a personas que querían llegar a ser "seres de calidad". La demanda por llegar a ser aprendices en ese lugar era tremenda. Muchos querían hacerlo y los instructores dudaban de que todos lo anhelaran con plena convicción. Así que un día hicieron lo siguiente: A cada uno de los que lo desearan se les entregó una flauta shakuhachi, la cual deberían aprender a tocar en el plazo de una semana en el recinto de adiestramiento.
Durante ese tiempo, hubo algunos que "tiraron la toalla" al no conseguir arrancar al instrumento los sonidos deseados. Hubo otros que también abandonaron al considerar la prueba una tontería. Finalmente quedaron unos cuantos, algunos de los cuales fueron capaces de tocar la flauta con gran habilidad. Estos se sentían muy satisfechos y creían superada la prueba. Solo unos pocos que no tenían esa habilidad siguieron intentándo seguir adelante. Éstos se consideraban bastante torpes comparados con los otros, pero no cedían en su intento. Quizás era una cuestión de Fe... o lo que fuera, pero allí seguían.
Un día antes de terminar la semana, el gran instructor de aquel Centro Espiritual se dió un garbeo por la zona de los "flautistas".
Según fue caminando entre ellos, se quedó fijándose en todos y en cada uno de los participantes durante unos instantes. Al final de su ronda decretó el final de la prueba haciendo partícipe el resultado de la selección. Sorprendentemente, lo hizo antes de que la prueba finalizase y la mayor parte de los allí reunidos fueron elegidos. Es mas... a un pequeñísimo grupo de ellos los tomó bajo su tutela. En ese minigrupo, la mayor parte de ellos eran los flautístas mas toscos e incapaces que un músico se podía "echar a la cara".
A todo esto, uno de los pocos que no había conseguido entrar en la escuela se quejó. Era un flautista de enorme habilidad que posiblemente era el mejor de todos. Preguntó:
-¿Por qué yo no he podido entrar y sin embargo otros, sumamente incapaces, lo han logrado?
- Porque esto no es una prueba de habilidad, sino de voluntad y atención. No somos una escuela de música y los que he decidido adoptar bajo mi tutela, ponían toda su Fe y atención en lo que estaban haciendo... aunque sus labios y manos fueran torpes.
- Me habeis engañado... dijísteis que aprendiéramos a tocar la flauta en el plazo de una semana.
- Te has engañado tú mismo. Buscabas un resultado conforme a tus progresos - respondió el instructor - Nosotros no hemos pedido que aprendais a hacerlo bien. De hecho solo hemos solicitado que aprendais, sean cuales fueren los resultados. Nuestra prueba era cómo afrontábais la prueba. ¿Crees que la habilidad es suficiente en el camino del Espíritu?
Pues los que tu llamas "torpes", han demostrado una voluntad y atención a lo que hacían, muy superior a la que tú has mostrado... y eso será lo que les abrirá "puertas" si su conducta se mantiene. Mientras, tú y otros se han confiado con las facultades que les ha dotado la naturaleza, regodeándose en ellas sin esforzarse más.
Dicho esto, el instructor se marchó dejando al "habilidoso" perplejo, ofuscado y afirmando a regañadientes algo así como... "Total... es mucho mejor que no haya entrado ahí... es una panda de locos..."
- ¿Has comprendido, mi querido amigo? - preguntó Cholo.
- Creo que sí pero debo meditar en ello.
- Perfecto, pero mientras tanto, procura "no enterrar monedas en el campo de tu padre ausente... pues éste, mas tarde o más temprano, vendrá a "echar un vistazo" a tu negocio..." ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
No hay comentarios:
Publicar un comentario